Baile de pequeñas gitanas en el Sacromonte
En este artículo presentamos una obra plástica para su estudio y análisis, nos referimos al grabado que lleva por nombre “Baile de pequeñas gitanas en el Sacromonte”. Vamos a describir y conocer los datos más relevantes de la obra, prestando atención a sus elementos descriptivos y características principales como autoría, localización espacio-temporal, estilo artístico, iconografía, aspectos estéticos-sociales y funcionalidad. Todo ello, atendiendo a la conexión con su contexto histórico para aportar más adelante los resultados y conclusiones más relevantes de nuestro análisis consistente en la comparativa con otra obra plástica del mismo espacio-temporal, y que ofreceremos en una publicación venidera como parte de nuestro interés en la profundización y el estudio del flamenco.
Análisis de la obra:
El grabado que observamos se titula originalmente “Danse de petites gitanas, au Sacro-Monte”, traducido al castellano como “Baile de pequeñas gitanas en el Sacromonte”. Se trata de un grabado del Siglo XIX, y se encuentra localizado en la Biblioteca de Andalucía (Granada). Forma parte de la obra “L’Espagne” (aparece en la página 212 de dicho libro), la cual fue publicada en 1874. Se trata de un libro sobre descripciones y viajes en España, cuyo autor es Jean Charles Davillier y que fue ilustrado por Gustave Doré, quien realizó hasta 309 grabados de sus viajes por España.
Gustave Doré. Baile de pequeñas gitanas en el Sacromonte, 1874. Grabado. Fuente © Biblioteca de Andalucía (Granada) |
El estilo artístico al que pertenece es el costumbrismo, un estilo que surgió como un subgénero del romanticismo del siglo XIX, y que refleja los usos y costumbres propios de los andaluces. Estos llegaron a crear confusión, relacionando los arquetipos tradicionales de Andalucía con la propia imagen de lo español, puesto que era en muchas ocasiones, los propios viajeros provenientes de otros países los que retrataban la visión de Andalucía en sus obras, trasladándolas posteriormente a sus países de origen. Consecuencia del abundante número de estos viajeros por Andalucía será la producción no sólo de libros o de relatos de viajes sino especialmente de ilustraciones con que se acompañan y que reproducidas individualmente mediante los procedimientos de litografía, grabado o imprenta, difunden la imagen de sus ciudades, de sus enclaves pintorescos o de sus tipos y costumbres contribuyendo a caracterizar la iconografía de la producción plástica del costumbrismo andaluz.(Palazón, A., 2016, p. 266).
Este tipo de trabajos, sobre descripciones y viajes, han sido frecuentes en la historia.“La atracción por lo exótico es un fenómeno recurrente en la historia del arte en general y de la literatura en particular.” (Baltanás, E., 2003, p.113). Y demuestra la atracción de los viajeros por las culturas diferentes a las de su lugar de procedencia, algo que sucede de continuo en la historia del arte, y que gracias a que muchos de ellos que plasmaron sus visiones y anécdotas a través de la escritura y las artes plásticas, hoy nos sirve como testimonio de tiempos pasados. Ese exotismo exclusivo de Andalucía, queda retratado en la imagen que observamos, ya que, en ella podemos contemplar la estampa de varios personajes de etnia gitana, temática que empezaría a ser recurrente en el siglo XIX, siglo al que pertenece la obra. No es hasta entonces cuando los escritores y artistas comienzan a desarrollar o producir sus creaciones entorno a la cultura gitana como foco principal de interés, puesto que hasta entonces la mayor atracción desde el punto de vista de lo exótico, nacía de la cultura morisca, producto de la convivencia con los musulmanes que lograron seguir habitando en la Península Ibérica tras la reconquista cristiana.
No obstante, el exotismo idealizante se nutría aún en el siglo XVII, mayoritariamente y preferentemente del tema morisco, y no sería sino hasta el siglo XIX, con el Romanticismo, cuando los gitanos ocupasen el lugar de los moriscos en el imaginario nacional y en la nueva cultura filo-popularista. (Baltanás, E., 2003, p.117). Por tanto, esa nueva visión queda retratada en obras como la que podemos observar cuya iconografía gira en torno a los tipos exóticos del XIX, reconociendo en sus personajes a un grupo conformado por seis personas de etnia gitana que pasamos a describir de forma ordenada. Comenzando por la parte inferior del grabado encontramos a dos niños que bailan zarandeándose de un lado al otro, al son del pandero o tambor vasco:
Antes que nada, hablemos del instrumento elemental, el más común, uno de los más antiguos, el pequeño palo de madera estirado con piel, el pandero, más comúnmente conocido como la pandereta, el tambor vasco, que deberíamos nombrar pandereta gitana. El está en todas partes, en cualquier fiesta, para cualquier baile regular, el acompaña a la Sevillana como a las canciones de Navidad: el Villancico (Bois, M., 1994, Le Flamenco [El Flamenco], Paris: Marval).
Dicho pandero, lo toca un varón al que acompaña musicalmente una anciana tocando las castañuelas. Un par de mujeres observan la escena junto al varón, que se encuentra sentado junto a un árbol. La escena tiene lugar en lo que parece ser un paraje natural, puesto que divisamos otro árbol a lo lejos en la parte superior derecha de la imagen; asimismo el suelo posee un aspecto terrizo. En cuanto a las vestimentas que portan los personajes, comenzaremos describiendo a las mujeres que portan camisa blanca con chalequillo y falda lisa al tobillo. La anciana además lleva un delantal amarrado a su falda, y un pañuelo en la cabeza. El varón que toca el pandero, lleva un sombrero calañés con pañuelo en la cabeza. Y viste camisa y poncho. El personaje que aparece a su izquierda no podemos observarlo con claridad, por lo que pasamos a describir a los niños. La niña lleva un vestido y pañuelo en la cabeza, mientras el niño viste con una túnica. Queremos hacer especial mención a dos hechos: El primero de ellos es que todos los personajes a los que logramos visualizar los pies aparecen descalzos; y el segundo, que todos los ropajes que observamos se muestran raídos, rasgados y/o con parches.
“En estos dibujos de Doré, los pies descalzos sintonizan con la pobreza, también retratada en estas mismas estampas, en cuanto al paisaje, vestimenta remendada y por toda orquesta una guitarra.” (Gelardo, J., 2013, p.12).
De este modo la estética de los personajes nos habla desde el aspecto social de la obra, sobre el carácter menesteroso de este conjunto de personas del grupo étnico gitano, al que el autor ensalza como el encargado de atesorar aquellos elementos propios y aún existentes legados por la tradición andaluza, y en que otro circulo social no podría seguir conservándose. El costumbrismo, como queda dicho, al presentar tipos, escenas o situaciones realiza una exaltación del pueblo como depositario y perpetuador de unas tradiciones y de un modo de ser seculares, frente a una burguesía que al adoptar formas y modos extranjeros ha perdido su carácter "nacional". (Reina, A., 2016, p. 268). En cuanto a la función de la obra, es documental, tal y como apreciamos por el carácter fundamentado de los elementos y personajes que en ella se representan. Tanto es así que la obra fue realizada por Gustave Doré para exhibir los detalles de la escena que describe de forma literal su compañero Jean Charles Davillier, sirviendo con su imagen o grabado como prueba que verificase la autenticidad del texto:
El padre, un gitano tez bronceada, pañuelo en la cabeza y sombrero calañés, hizo sonar el tambor vasco bajo sus dedos, mientras la madre miraba complacida a sus hijos bailar; la vieja gitana, la llamada revieja, no permaneció inactiva: recordando el tiempo lejano de su juventud, se pasó las castañuelas al pulgar y, uniendo el ejemplo a la palabra, animó a los pequeños bailarines a entrar acentuando las poses y repitiendo de vez en cuando: ¡Más zarandeo, chica, más zarandeo! -"¡Más zarandeo, pequeño, más zarandeo!" (Davillier, J.C., 1874, L’Espagne [La España]. Paris: Librairie Hachette et Cie).
En definitiva, nos encontramos ante un retrato de gran realismo y veracidad histórica, que queda plasmado a través de la escritura y del grabado de Jean Charles Davillier y Gustave Doré respectivamente en sus viajes por España. Viajeros románticos que hicieron lo propio del trabajo periodístico provocando gracias a su destreza en lo descriptivo tanto literario como gráfico que hayan llegado hasta nuestros días multitud de vivencias, anécdotas y costumbres de las gentes que habitaron Andalucía en el siglo XIX.
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